No se es emprendedor por tener una empresa.  Emprender es una actitud, es ser activo y tomar partido ante las cuestiones que se nos plantean, es proponer y también ejecutar, es tener iniciativa. El emprendedor no busca ser emprendedor, simplemente lo es o no lo es. Esta idea me hizo reflexionar: si es una cuestión de actitud, de «ser» y no de «tener», ¿se puede aprender a emprender?

Me gusta bucear en las palabras para descubrir sus tesoros ocultos. A parte de sus derivados en latín y sus diferentes definiciones económicas la palabra «emprendedor» tiene una magnífica historia detrás que quizás no sepas y que refleja muy bien en qué consiste «ser» emprendedor sin necesidad de muchas más explicaciones. Emprendedor viene de «Entrepreneur», término que empezó a utilizarse a principios del siglo XVI en Francia y que hacía referencia a todos aquellos que, buscando nuevas oportunidades, viajaban al Nuevo Mundo dejando todo atrás y dirigiéndose a un destino incierto.

Como decíamos antes, y como avala esta historia, ser emprendedor es una actitud y tiene mucho que ver con la iniciativa y el compromiso con una idea. Muchos a la hora de emprender se preguntan: ¿tengo cualidades para ser emprendedor?. Y me atrevería a su vez a lanzarles algunas preguntas: ¿has iniciado algo alguna vez? No importa qué, pero algo; ¿has creado algún negocio?, aunque sea vender tartas para irte de viaje; ¿te has implicado en alguna organización activamente?, ¿participas en las reuniones de tu comunidad?, ¿has organizado alguna reunión para cambiar algo que crees que no funciona bien?, ¿dices lo que piensas en la oficina?, ¿has escrito alguna «carta al director» para formular tu opinión sobre algún tema del que necesites hablar?, ¿cuando te quejas de algo haces propuestas de cómo mejorarlo o simplemente esperas a que «mamá» empresa o «papá» Estado lo solucionen?, ¿formas parte de la asociación de padres del colegio?, ¿propones tú los planes de ocio con tus amigos?, etc.

Si a la mayoría de preguntas contestas que no… pues está claro que no tienes madera de emprendedor. No pasa nada. La buena noticia es que esto puede cambiarse si quieres. El hábito sí hace al monje y creo firmemente en que uno puede ser lo que quiera, aunque sí es verdad que si nos educan desde pequeños todo es mucho más fácil. Hay que aprender a emprender.

Parece que ahora nos quieren vender lo bonito que es ser emprendedor porque se han dado cuenta de que un país sin emprendedores, sin las empresas pequeñas y medianas que son la base de nuestra economía, no vamos a poder salir adelante. Sin embargo, ser emprendedor no se hace de la noche a la mañana y tradicionalmente nuestro país no tiene una cultura ni una educación que favorezca el emprendimiento.  Aquí el 75% de los universitarios quiere ser funcionario o trabajar para una empresa multinacional, frente al 17% en Estados Unidos, donde la mayoría prefieren ser emprendedores y tener su propia empresa. Realmente este dato es muy significativo. Me he encontrado con muchos casos, y sé que vosotros también, donde se alaba el buen juicio de un hijo, sobrino o conocido porque quiere ser funcionario, presentarse a unas oposiciones de lo que sea, y vivir tranquilo para siempre. De él se dice que «tiene la cabeza bien amueblada», que «llegará a ser alguien» o que «es un buen partido». Sin embargo, ¿qué dicen si ese mismo chico quiere emprender?

En España hay más funcionarios que emprendedores, lo que representa, a mi modo de ver, un reflejo de nuestra cultura. Se educa para obedecer, para saber callar a tiempo, para no cuestionarse la autoridad, para hacer las cosas como siempre se han hecho… En el colegio, desde pequeños, se nos obliga a leer los mismos libros a todos, incluso posteriormente se nos alecciona diciéndonos lo que ese libro quiere decir, y qué es lo que tenemos que aprender de él. ¿No sería mejor que cada niño pudiera leer el libro que quiera y sobre temas que le interesen? ¿No sería mejor que cada uno sacara sus propias conclusiones acerca de lo que ha leído? También es habitual que ocurra que un niño resuelva un problema de matemáticas de una forma diferente. Aunque llegue al mismo resultado, se le penaliza por no hacerlo tal y como se lo han enseñado. ¿No se debería fomentar la resolución creativa de todo tipo de problemas? ¿No se debería fomentar este tipo de actitudes? Hay que aprender a emprender.

En el mundo de la universidad pasa tres cuartos de lo mismo. ¿Cuántas carreras tienen una asignatura relacionada con el emprendimiento? ¿Cuántos profesores hay que no han trabajado nunca y su enseñanza es meramente teórica? No se enseña cómo emprender, no se fomenta la participación, ni la discusión, ni el inconformismo. Sólo tienes que estudiar un poco y ponerlo tal cual en el examen. En eso se basa el éxito en la Universidad. Bien, pues esto es un error  porque tal y como avanza el conocimiento lo que has aprendido se queda obsoleto en unos pocos años. Yo podría tirar ahora mismo todos mis libros de la facultad. Sin embargo, si te enseñan a ver en qué eres bueno, a intentar crear tus propias teorías, a apasionarte por tu profesión y leer sobre aquello que te gusta, estarán formando a un profesional de verdad.

Nos han acostumbrando a que se nos dé todo hecho y a decirnos dónde está la meta y por eso quizá nos falte iniciativa. Ahora quieren que emprendamos a toda costa y celebran y se felicitan señalando que este año se han creado X número de empresas y motivan a los desempleados a capitalizar su prestación. Señores: lo difícil no es crear una empresa, lo difícil es gestionarla y mantenerla y en eso todavía las empresas y los autónomos tienen muchas barreras.  El 90% no sobreviven a los 5 años. Con estos datos nos tendríamos que preguntar qué es lo que se está haciendo mal.

Para animarnos a emprender, el Estado, en su infinita bondad, nos da como buen Padre -¿muchas?- ayudas y subvenciones. Hay ayudas de lo más rocambolesco y de todo tipo y estoy segura de que algún día conoceré a alguien que haya cumplido todos los requisitos y se la hayan concedido. Pues voy a proponer una cosa: menos subvención y más financiación. Una empresa no va a sobrevivir gracias a una subvención, pero sí si encuentra quién la financie. Hay que fomentar el mentoring y las financiaciones privadas. Sólo así las empresas lograrán salir adelante.

En definitiva, a emprender se aprende emprendiendo, y los valores que eso conlleva se deben educar desde niños. Hay que aprender a emprender. ¿Tú qué piensas?