Cuando la comunicación se da entre personas para conseguir un bien empresarial, ésta comienza con una especie de ritual.

Hay muchas técnicas dentro de una estrategia de comunicación para llegar a un posible cliente o proveedor. Una llamada telefónica, un correo electrónico, estar en el sitio adecuado o elegido… etc. Ese es el inicio. El ritual se completa con un intercambio de lo que llamamos «tarjetas de visita», algo que, a mi forma de ver, se está perdiendo.

Se está perdiendo y lo compruebo en cada reunión, en cada cita, cada vez que quedo con un cliente, proveedor, etc. Se ven menos. Yo llevo siempre tarjetas de visita y las doy con alegría y orgullo pero veo que cada en vez menos ocasiones recibo ese feedback que me parecía tan bonito y especial. Perdemos ese ritual del que hablaba. Y no será por el precio… ahora en cualquier sitio encuentras unos precios que antaño ni soñábamos para imprimir tarjetas. Cualquier empresa puede tener las suyas.

A mí me gusta mucho definir las tarjetas de visita como «el elemento básico de comunicación entre empresas». Creo que sin las tarjetas de visitas se pierden muchas cosas que no se sustituyen actualmente por nada. Hubo un intento, el de las VCard, que no ha llegado a nada… Y es que no es lo mismo poder tocar el papel, su textura, el grosor… Notar los acabados especiales de tarjetas únicas, la impresión e incluso el corte. Quizás peco de profesional en esta reflexión ¿pero quién no ha cogido una tarjeta especial y es capaz de distinguir una empresa que invierte en su imagen de otra?. Las tarjetas de visitas dicen muchísimo sobre la empresa a la que representa. «La empresa a la que representa…»

Si bien es cierto que día a día somos y debemos ser más conscientes de nuestro entorno, de que debemos cuidar nuestro medio ambiente, hoy en día existen miles de tipos de papeles reciclados y tintas ecológicas que sirven a la perfección para casi cualquier trabajo.

Recuerdo la primera vez que tuve en mi mano una tarjeta de visita con «reserva UVI» en su logo… también la primera vez que toqué un papel «verjurado» siendo consciente de lo que era. Por supuesto había tocado distintos tipos de papel en mi infancia, sobre todo cuando pintaba y dibujaba en distintos soportes de papel, pero me refiero a cuando ya era consciente de que estaba tocando algo especialmente diseñado para encantar por sí mismo. Un papel es capaz de transmitir y así producir sensaciones con sólo tocarlo o incluso, con verlo.

Ahora mismo me vienen a la mente los papeles con inserciones metálicas, los reciclados con trocitos de pétalos… uf me encanta pensar en ellos y, sobre todo, me encanta levantarme ahora en cuanto ponga el «punto y aparte» a coger un muestrario de papel de la estantería y sonreír tocando y viendo el papel. Ya lo sé, tiene un toque extraño… pero quienes lo sentís como yo, seguro que tenéis ahora mismo una sonrisa :).

Tarjetas de visita 85mm x 55mm y una anécdota.

85mm x 55mm es un estándar en las dimensiones de diseño de tarjetas de visita y, según estoy escribiendo esto, me ha venido a la mente una anécdota que me parece bestial… y hace muy poco de ella:

Solicitamos precio de impresión de varias cosas, entre ellas unas lonas, unos carteles y tarjetas de visita. Al dar las medidas se me olvidó (di por hecho que se entendía) poner que las medidas de las tarjetas eran en milímetros. Cuál fue mi sorpresa cuando recibí un correo de respuesta donde me decían: «Estimado Señor Lara, no podemos hacerle 2.000 tarjetas de 85m x 55m porque nuestras máquinas no dan para un tamaño tan grande». Por supuesto al principio pensé que era una broma o que me estaban tomando el pelo… y mientras estaba escribiendo mi respuesta, me di cuenta de que no… era en serio. Así que se me quedó cara de «a ver ahora qué digo» y me sorprendió enormemente ver que alguien que se dedica a la impresión, no es capaz de reconocer que 85×55 (aun sin poner que son milímetros) es una medida muy habitual de tarjetas de visita. En fin, una anécdota como cualquier otra, pero venía al caso.

Sinceramente me da mucha pena pensar que estamos perdiendo algo tan bonito, tan único, el trocito de papel (o plástico, metal… lo que quieras) donde el diseño manda, donde la elegancia se puede tocar, donde se ve el interés de quien la entrega por compartir parte de su esencia, sus valores de empresa… Una pena pensar en que en la era de la comunicación estamos rompiendo con un símbolo que forma parte de un precioso ritual.

El contraste de las tarjetas de visita en Asia.

No es por comparar, pero una reflexión que me parece interesante trata de Asia. En Asia, la tarjeta de visita se entrega con ambas manos, con los pulgares hacia arriba y mostrando siempre la cara que tiene el contenido de información más completo. Además, se entrega realizando una pequeña reverencia. El significado para ellos al entregarte su tarjeta de visita es todavía más fuerte y si te la entregan, debes leerla con atención, o hacer que la lees con atención si está escrita en un idioma que no entiendes, antes de colocarla justo frente a nosotros, donde podamos verla, con mucho cariño, sin manosearla ni «jugar con ella», en la mesa de reunión o, si nos la dan estando de pie, prestarle la misma alta atención para después guardarla en nuestro tarjetero o cartera, siempre en un lugar privilegiado.

Menudo contraste ¿verdad? Me voy a ahorrar algún detalle de las cosas que he visto hacer en una reunión con tarjetas de visita…

¿Tú qué opinas? A nosotros en the Brand Doctor nos encantan las tarjetas de visita y siempre realizamos diseños únicos, con acabados únicos para cada cliente. Echa un vistazo a nuestro portfolio aquí.

Rafael Lara